Por E.A.
Bonadies & Olavarría |
¿Por qué decidieron hacer la investigación de la Torre David, desde el principio habían considerado que esto se convirtiera en un proyecto con tan largo aliento?
Primero que nada, nos parece
importante hablar de “la torre de David”, como se le llama. Torre David ha sido
una contracción extraña que han usado los que la presentaron en Venecia,
supongo que para desmarcarse de nuestro proyecto.
Cada uno, en nuestros trabajos
personales, hemos hablado sobre la memoria, los usos del archivo y la historia.
En un momento decidimos unir esfuerzos para hacer un trabajo en común y
buscamos un objeto de estudio que representara, en varios niveles, lo que nos
moviliza. Detectamos el Centro Financiero Confinanzas (llamado coloquialmente
la torre de David) como una metáfora de país que revela los últimos treinta
años de historia política y social venezolana. En ella podemos ver las promesas
incumplidas, el populismo que nos asfixia, la convivencia de estructuras, el
caudillismo o caciquismo que impera en las organizaciones venezolanas, la
necesidad. Representa para nosotros también la ruptura con dos modelos: el
moderno y el modernizador. Plantea y evidencia fallos y conflictos a todo
nivel: deja al descubierto la incompetencia política y se presenta como una
radiografía de nuestra economía por décadas, del boom bursátil y las promesas
desde el capital, pasando por las crisis bancarias, hasta llegar a las promesas
discursivas desde el gobierno revolucionario. Es decir, la torre representa una
yuxtaposición de ruinas, una empinada construcción que podría verse como el
amontonamiento de todos los cheques sin fondo de la política venezolana. Eso
sí, como lo ha demostrado la gente de Urban ThinkTank, se pueden cobrar unos
cuantos cheques jugosos vendiendo “humo” y traficando de manera corporativista
con la miseria y los conflictos, como bien señalan Matías y Mateo Pintó en su
texto sobre el premio en la Bienal de Venecia. La ética, por desgracia, no es
lo que más vende.
En el momento en que empezamos
el trabajo, hace tres años, nos dimos cuenta que había mucho que discutir y
reflexionar, en diversas direcciones. Después la torre se diluyó en otra
investigación: la creación de una nueva cartografía urbana a partir de las
invasiones, expropiaciones, refugios y tomas que se repiten en todo el país,
aunque nos centramos en Caracas.
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Mi experiencia para lograr
entrar a la torre fue muy compleja (quizás por el medio de comunicación al que
represento), en su caso, ¿cómo los recibieron los habitantes del edificio?
Tuvieron problemas para conseguir la información o desde el principio ellos se
mostraron dispuestos a colaborar?
Nosotros primero analizamos la
torre por fuera, durante mucho tiempo. Vimos fotos que se iban publicando en
los periódicos. Consultamos hemerotecas y trabajos excelentes de reporteros
gráficos. Luego entramos, primero con el amigo y periodista Albinson Linares y
luego solos. Siempre la gente se mostró amable. Pero no queríamos ser
invasivos. Queríamos ver y analizar lo que allí sucedía. Hablar de la
organización, ver la morfología, entender la convivencia de la gente y las
estructuras. Tomamos muchas fotos, pero sin ser imprudentes. Solo tomamos fotos
a las personas que querían, con quienes hablamos. No hicimos un trabajo de
puesta en escena. Sin lugar a dudas la torre, en el sentido más banal, es
“fotogénica”, por lo raro que puede resultar la convivencia de una estructura
pesada y rica de concreto y vidrio con las nuevas estructuras de bloques de arcilla
y telas divisorias, por ejemplo. Sin duda es violento que lo que te separa del
vacío es una cortina o un pequeño muro, es violenta la imagen de una escalera
sin barandas. También es violento el problema sanitario, sobre todo para la
gente que allí vive y circunda la torre. Y violento es el tema jerárquico y de
poder.
Luego, decidimos no ir más,
para no caer en el peligroso terreno del turismo y de la explotación visual.
Seguimos con nuestro trabajo, de manera reflexiva. Nos interesa propiciar
discusiones y llegar a la raíz del problema. Poner en manos de todos el tema
urbano y, como no podemos resolverlo, discutirlo y propiciar que esa discusión
se transforme en acciones, en mejorar la vida de los venezolanos, que es tan
dura.
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¿Qué tanto de esa convivencia
ha quedado reflejada en su investigación?
Creo que las imágenes son
francas, muestran con quiénes nos reunimos, con quiénes hablamos. Pero nosotros
no estábamos haciendo un trabajo de convivencia, sino de análisis. Nos interesa
cómo de alguna manera “la torre” es la representación de nuestro país que, como
decía Cabrujas, tiene mucho de campamento. No vendemos soluciones ni somos
trabajadores sociales, somos artistas. Es un acercamiento casi científico. La
gente con la que conversamos nos ayudó mucho.
Algunos de los habitantes de la
torre opinan que "su maldición" es su ubicación, que de encontrarse
en un sitio menos céntrico no habrían despertado tanto interés. Qué piensan
ustedes al respecto.
Creo que más que la ubicación,
que es francamente buena, la “maldición” por la que han despertado interés es por
lo evidente: un rascacielos imponente que se transforma en la vivienda de miles
de personas y que se evidencia en su fachada. No es un misterio. Es una
invasión más, pero sin duda su espectacularidad la hace más llamativa y
emblemática. Por eso es la metáfora del país, “pobre país rico”.
Lo que sucede en la torre,
despierta el interés de personas alrededor del mundo, ¿a qué creen que obedece
tal fascinación?
Podríamos empezar por lo que
apuntamos en nuestra respuesta anterior. También, creemos que se debe a una
especie de turismo antropológico del que mucha gente del primer mundo participa
y a la búsqueda de emociones visuales fuertes por parte de los habitantes del
ordenado mundo desarrollado. Cierta pasión por el safari y las exóticas
observaciones de la manada a través del telescopio. Seguramente se hará alguna
película de la “vibrante comunidad” –citando a UTT- con Danny Glover y Sean
Penn como protagonistas, dirigida por... Oliver Stone. Que preparen el Oscar
que el tema tiene público y taquilla.
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En el tiempo qué han estado
investigando la torre, qué es lo que han visto que más los ha sorprendido?
La adaptación del venezolano al
campamento y el desconocimiento de lo que significa “ciudad”. Y también la
dependencia de una figura paterna o paternalista. La sociedad venezolana ha
sido levantada y educada por el matriarcado y conducida y reprimida por “un
padre”.
En uno de los textos que me
enviaron, señalan que lo que sucede en la torre representa “la falta de
sincronía entre los hechos y las palabras”, ¿se refieren a la falta de acción
gubernamental para resolver el tema de las invasiones?
Totalmente. Como dice un chiste
de la época del bloque soviético que en un texto citó Juan Goytisolo: un
impresionista pinta lo que ve, un expresionista lo que siente, un realista
socialista lo que oye. Mucho ruido y pocas nueces.
Lo que sucede en el caso de la
Torre David evidencia la carencia de políticas públicas en el tema de la
vivienda, ¿cómo lograron combinar un tema tan social con el arte?
Porque venimos del terreno del
arte y todo lo que hacemos lo haremos con nuestro lenguaje y a través de los procesos
que manejamos. Pero nos interesa mezclar disciplinas y sacar el arte de cierto
ensimismamiento, como lo hacen otros artistas. Como bien dijo Wislawa Szymborska
en su poema Hijos de la época, “somos hijos de nuestra época y nuestra época es
política.”
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¿Consideran que el edificio,
con todo y sus bemoles, se ha convertido en un icono de la Caracas actual?
Precisamente por sus bemoles
representa un ícono de la Venezuela actual, como apuntamos antes.
La mayoría de las críticas a la
propuesta que mostró UrbanThinkTank en la Bienal, consideran que la propuesta
Torre David: Gran Horizonte, banaliza el tema de las invasiones
y el drama de la carencia de viviendas que hay en el país, ¿por qué creen que
existe esa visión sobre la propuesta?.
Porque es así. Es una puesta en
escena frívola, tonta –pero lista-, populista. En realidad no habla de nada.
Monta una arepera, vende comida y franelas, y pone fotos de la torre de David.
¿Qué tipo de profundidad hay en eso? ¿Qué se está premiando? ¿La comida
criolla, las fotos, el show-tópico al son de salsa brava? Sin duda, mercadeo y
espectáculo puro y duro para algunos señores europeos y su aburrimiento. Como
dijimos: turismo-safari. Otra imagen interesante es pensar que premiaron a La
Malinche, la traductora que prestaba su voz a los españoles en los tiempos de
la conquista. Pero no hay nada de inocencia en ello. Esta gente son traductores
sin ética. No hay ni un milímetro de profundidad ni en el planteamiento ni en
el veredicto del premio.
¿Es posible mejorar las
condiciones del edificio? ¿Cercar los precipicios? ¿Instalar los ascensores? ¿O
las intervenciones que han realizado lo impiden?
Lo primero es hacer un estudio
profundo para saber si el edificio es apto para viviendas. Sin duda habría que
solucionar la situación sanitaria, que es una bomba de tiempo para los
residentes y los vecinos. Y trabajar a todo nivel, un equipo consciente. No se
trata de poner ascensores, se trata de un estudio de contexto, donde no solo
deben trabajar arquitectos e ingenieros. Un equipo de gente que ha trabajado en
temas similares, consultarle a profesionales dedicados como Josefina Baldó,
Federico Villanueva, Teolinda Bolívar, eso es lo importante. Gente dedicada a
hacer, como dice la carta de los Pintó, su trabajo en silencio, sin prisa pero
sin pausa, y formar equipos.
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¿Sería posible que la torre
retomara su utilidad original y se convirtiera en un centro empresarial?
Nos parece que hay que pensarlo
desde su situación actual. Primero resolver, indagar y trabajar con lo
existente. En base a ese estudio profundo, plantear soluciones.
¿Fue necesaria la Bienal de
Arquitectura para que se discutiera sobre este tema?
No, el tema lleva muchos años
en las páginas de los periódicos. Periodistas y reporteros gráficos han hecho
su trabajo. Desde la academia se ha hablado y discutido. Creo que la bienal
alborotó el tema y que hay instituciones que no se habían pronunciado y ahora
lo hacen. Nosotros llevamos años hablando de esto, expusimos en varios países y
en Venezuela, publicamos en las revistas Domus, Arqa, Polis, Architecture in
Development, hicimos un primer mapa con invasiones y una exposición en el
Centro Cultural Chacao y fuimos invitados por la Facultad de Arquitectura y
Urbanismo para dar un curso junto al extraordinario artista español Antoni Muntadas.
Reflexionar sobre un tema no es montar un espectáculo ni aparecer en todos los
medios, es un proceso que lleva tiempo para tratar de involucrar a la gente y
hablar de la ciudad en la que vivimos, con sus heridas y contrastes, sus
posibilidades y salidas.
Sin duda, queda siempre el
problema político, que es una especie de brecha que hay que superar para poder acceder
a los edificios invadidos.
Los vecinos de la Candelaria
denuncian que esta torre es un foco de inseguridad para la zona, ¿Durante el
tiempo que ustedes estuvieron allí encontraron evidencia de que esto
efectivamente es así?
Hemos escuchado a los vecinos y
a los habitantes, pero no buscamos ni encontramos evidencia. Nuestro trabajo
iba hacia otros intereses. Nuestra ciudad es una de las más violentas del
mundo, no creo que se salve ni una urbanización, ni un parque, ni una torre. Es
una de las enfermedades endémicas que nos castiga y a la que hay que buscar
remedio. También sufrimos de “progeria”, enfermedad que lleva a un
envejecimiento precoz, a la creación constante de ruinas jóvenes. Somos un
joven país envejecido.
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En qué se diferencian las
exposiciones que ustedes realizan mostrando imágenes de la torre, al trabajo
llevado por UrbanTinkThank a la Bienal de Arquitectura.
El punto de vista es totalmente diferente. UTT monta
una puesta en escena publicitaria y superficial, monta un kiosko con comida y
fotos de la torre y no habla de nada ni propone nada. No es un punto de partida
para ninguna discusión, es un punto de llegada para obtener un premio. Es la
escena final del teatro del oportunismo. Sólo hay un punto coincidente y es
probablemente la aparición de nuestro trabajo en la revista Domus en abril del
2011, punto de partida de los UTT para ver allí un tema a explotar, un elefante
en la mira telescópica y lejana. Nosotros seguimos en nuestra discusión y nos
interesa hablar sobre el terreno fangoso en el que está apoyado el elefante
blanco.