Our
way of working adapts to the different topics we are investigating and also to
the different spaces where we will show or share them. We don't have a formula
for presenting the works, but rather they emerge from a common language. We
move from the local and situated cognition to universal conceptions. That is to
say, the news of a particular death, in the national context, gives us the
opportunity to elaborate ideas about death, pain and necropolitics, for
example.
Somehow, our tools complement each other and while Á makes texts and
photographs, experiments with videos, edits home audios and makes ramshackle
drawings, J paints and draws with care each line, plans the way to organize the
pieces in space, creates pencils with black beans (caraotas), buries canvases
that will be paintings, makes sculptural figures and sets up the blog. We
think, create and share symbols, forms that allow us to express our ideas and
acquire the quality of iconographic elements.
We share readings, images, movies, news and dreams. We also share some ideas
that jump out at us and many sketches. We look for words, etymologies and music
that fit the work, although we don't always use them. And so, without realizing
it, we build a common glossary, a language.
When we both lived in Caracas, we met two or three times a week in a place we
baptized "the office of Chacao". It was a bar where we ate and worked
for hours. Sometimes M, J's son, would come.
Currently, J lives in Buenos Aires, Argentina, and Á in Madrid, Spain. We meet
frequently virtually and exchange. We get together, in person, when we go to
exhibit, unless there is not enough budget and then one of us goes as envoy to
the place. J went to Rio de Janeiro. Á stayed at that time working on an
installation in Caracas. Á went to Berlin and Santa Fe and J stayed working in
Caracas and Buenos Aires respectively. Our last solo exhibition was at La
Virreina Centre de la Imatge, in Barcelona. There we saw each other after six
or seven years and we spent three weeks working together on the show. It was
wonderful, we shared with friends and local artists and gave workshops on
creation to high school art students. It was an unforgettable experience that
we want to repeat wherever possible. We learned a lot from the students. All of
them, between thirteen and fifteen years old, were working on stories for
comics and graphic novels with amazing concepts and concerns. Without
complexes, they told us about their stories, their sexuality, their doubts,
fears and love.
The graphic novel that Á and J did together, En las entrañas de la bestia [In
the Belly of the Beast], was built with a ping-pong method: Á sent texts
and J responded with drawings and so on, for more than three years, until all
the chapters were built and the book was printed in Caracas in 2020. Then,
getting it out of Venezuela has been the hardest part: Á brought a quantity in
his suitcase, on the last trip he made to the country, in 2022. Then, other
friends have brought some copies in their bags. We tried to send them by mail
to Á's home in 2021, through specialized companies (MRW, DHL), but they were
stopped at customs. They were not seized, fortunately, but they were held and
returned by the inspectors, all military. One of them told the friend who sent
them that those books would not get out of there because they were
"political pornography".
J and Á are still grateful for that description of their work and since that
day they consider that there is a silent movement that combines resistance, art
and activism.
Bonadies & Olavarría
Nuestra
forma de trabajar se adapta a los distintos tópicos que estamos investigando y
también a los diversos espacios donde los mostraremos o compartiremos. No
tenemos una fórmula para presentar las obras, sino que van surgiendo de un
lenguaje en común. Nos movemos de lo local y situado a concepciones universales.
Es decir, la noticia de una muerte en particular, en el contexto nacional, nos
da pie para elaborar ideas en torno a la muerte, el dolor y la necropolítica,
por ejemplo.
De alguna manera, nuestras herramientas se complementan y mientras Á realiza textos y fotografías, experimenta con vídeos, edita audios domésticos y hace dibujos destartalados, J pinta y dibuja con esmero cada línea, planea la forma de organizar las piezas en el espacio, crea lápices con frijoles negros (caraotas), entierra lonas que serán pinturas, hace figuras esculturales y monta el blog. Pensamos, creamos y compartimos símbolos, formas que nos permiten expresar nuestras ideas y adquieran la cualidad de elementos iconográficos.
Compartimos lecturas, imágenes, películas, noticias y sueños. También compartimos algunas ideas que nos saltan o asaltan y muchos bocetos. Buscamos palabras, etimologías y música que se ajusten al trabajo, aunque no siempre las usamos. Y así, sin darnos cuenta, vamos construyendo un glosario común, un lenguaje.
Cuando ambos vivíamos en Caracas, nos reuníamos dos o tres veces a la semana en un lugar que bautizamos “la oficina de Chacao”. Era un bar donde comíamos y trabajábamos durante horas. En ocasiones venía M, hijo de J.
En la actualidad, J vive en Buenos Aires, Argentina, y Á en Madrid, España. Nos reunimos con frecuencia virtualmente e intercambiamos. Nos juntamos, presencialmente, cuando vamos a exponer, a menos que no haya suficiente presupuesto y entonces uno de los dos va de enviado al lugar. J fue a Río de Janeiro. Á se quedó en ese momento trabajando en una instalación en Caracas. Á fue a Berlín y Santa Fe y J se quedó trabajando en Caracas y Buenos Aires respectivamente. Nuestra última exposición individual fue en La Virreina Centre de la Imatge, en Barcelona. Allí nos vimos después de seis o siete años y estuvimos tres semanas trabajando juntos en la muestra. Fue una maravilla, compartimos con amigos y artistas locales y dimos unos talleres sobre creación a estudiantes de bachillerato artístico. Una experiencia inolvidable que queremos repetir en donde sea posible. Aprendimos mucho de los estudiantes. Todos, entre trece y quince años, estaban trabajando en historias para comics y novelas gráficas con alucinantes conceptos y preocupaciones. Sin complejos, nos hablaron de sus historias, de su sexualidad, de sus dudas, de los miedos y del amor.
La novela gráfica que Á y J hicimos juntos, En las entrañas de la bestia, se construyó con un método ping-pong: Á enviaba textos y J respondía con dibujos y así, durante más de tres años, hasta construir todos los capítulos e imprimir el libro en Caracas en 2020. Luego, sacarlo de Venezuela ha sido lo más difícil: Á se trajo una cantidad en su maleta, en el último viaje que hizo al país, en 2022. Luego, otros amigos han sacado en sus maletas algunos ejemplares. Tratamos de enviarlos por correo a casa de Á en el año 2021, a través de empresas especializadas (MRW, DHL), pero fueron detenidos en la aduana. No fueron decomisados, por suerte, pero sí retenidos y devueltos por los inspectores, todos militares. Uno de ellos le dijo al amigo que los enviaba que esos libros no saldrían de allá por ser “pornografía política”.
J y Á aún agradecen esa descripción de su trabajo y desde aquel día consideran que existe un movimiento silencioso que conjuga resistencia, arte y activismo.
Bonadies & Olavarría
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