actualmente / currently




En el año 2023, decidimos cerrar la producción de piezas del proyecto La Torre de David, que nos ocupaba desde el 2010. Simbólicamente, lo hicimos con la exposición En las entrañas de la bestia en La Virreina y con la realización de una pintura, Mamá Herta, homenaje a una de las personas que fue nuestra guía a lo largo del trabajo, una mujer que concentró un siglo de vida en Venezuela, que atravesó varias dictaduras, unas cuantas hecatombes, muchos sobresaltos y una cantidad de celebraciones, cambios y sorpresas. Una imagen cercana de lo que significa para nosotros “resistencia”.

Tanto Juan José como yo nunca hemos dejado de hacer nuestros proyectos individuales, compaginándolos con nuestro proyecto común, con otras exposiciones, propuestas editoriales y educativas y colaborando con distintas comunidades, con otros artistas y curadores. También en el año 2023, Juan José me pidió que escribiera el texto de su exposición individual en Buenos Aires.

Para no detener lo que ya es natural en nosotros, ambos decidimos emprender una nueva colaboración. Esta nació a partir de una noticia y con el título de una canción de María Teresa Vera: Sobre una tumba una rumba. En eso estamos trabajando ahora. Pretendemos descender hacia otra de las estructuras bestiales de nuestra sociedad: el cementerio, espacio que nos permite movernos en la turbulencia entre lo acontecido, lo que ahora se sucede y lo que siempre, inevitable, llega. Nos interesa establecer lo que Nigel Barley llama “relaciones de ultratumba” en su también coreográfico libro Bailando sobre la tumba.

Con las herramientas que hemos desarrollado y a la vez interesados en seguir experimentando, jugamos y especulamos entre este presente con el que nos tocó lidiar, tan materialista como gótico, tan agotador como salvaje, al son de la canción de María Teresa Vera que, de alguna manera, muestra el lado celebratorio de la muerte:  como continuidad del mundo de los vivos. Y así lo confirma la letra que escuchamos: “en lugar de rezarle por su descanso un réquiem, ruega que vaya al infierno y que el diablo le haga bien, y en el mármol de su tumba, de eterna recordación, pondremos esta inscripción, que es la copia de una rumba: no la llores, no la llores, que fue la gran bandolera, enterrador, no la llores”. 

Iniciamos otro viaje alucinado a las profundidades en la que se mezclan la ciudad de los muertos vivientes y los vivos delirantes, las historias de antepasados y fantasmas, de apariciones y desapariciones, de presentes continuos y truncados que se mueven entre varios espacios y ciudades que se conectan por túneles imaginados.

La palabra griega koimêtêrion, de la cual se origina “cementerio”, significa “dormitorio” y en este trabajo nos interesa resaltarlo como lugar arquitectónico, como casa y también como archivo, atravesado por relatos y capas de historia que se mueven entre tiempos y a contratiempo.

En este trabajo, la ironía también toma la palabra, ya que pretendemos hablar del extractivismo simbólico en el que se basan muchos regímenes totalitarios, que pretender fundar su ideología sobre bases y personajes muertos y héroes muchas veces ficticios; totalitarismos que quieren exhumar una pureza inexistente. Al contrario, con este trabajo pretendemos democratizar eso que está bajo nuestros pies. La tierra y las cenizas que fuimos, somos y seremos. Nada más. 





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